[su_heading size=»19″ margin=»0″]«…Diez temas que conviven a la perfección, rumba, el pop y la fusión, con un manto aflamencado que lo cubre manteniendo esa linea de mestizaje plural y elegante…»[/su_heading]

 

Difícil es aceptar el reto del cambio cuando palabras como productividad, rendimiento, solidez o bienestar nos queman el colchón por las mañanas y nos encienden y apagan la tele todos los días. Menos aún, cuando llevas años consolidado sobre cierta tarima tanto artística como comercial.

Cambiamos porque nos movemos. Porque nos corroe la sangre el sabor a monotonía y el agrio sentir de la rutina. Y cambiamos, sobre todo, porque constantemente tenemos esa adrenalina del riesgo que empuja a la intención.

Y aunque estas palabras sean imaginación, estas parecen haber sido las premisas bajo las que el grupo madrileño ha edificado la gestación y producción de su disco recién estrenado: «Lugares Comunes«.

Sea un lugar común o no, sea que #unadécada valga más que diez años, o tal vez, que diez años den para muchas décadas, lo cierto es que entre el comienzo de su anterior disco, «Nunca es Tarde«,  y el sonar de la melodía de «A punto de estallar«, primer corte de este nuevo trabajo, existe una clara linea de ruptura y de cambio propuesta por el grupo. Un cambio consagrado a la escuela del mestizaje y sonido fusión más trabajado, de fina producción y menos jaranero.

En «Lugares Comunes«, Canteca de Macao deja de ser esa amalgama de sonidos elevados que se fusionaban entre la explosiva, potente y arrebatada fusión sonora, para pasar a ser un ensamble armónico y musical. Donde el punto más alto sea precisamente ese éxtasis melódico que engloba y genera todo el disco en su conjunto. Una producción pulcra y homogénea, aunque tal vez pecando en ciertos pasajes de reiterados arreglos llevados demasiado al pop aflamencado de chambao, bebe, etc…más cercano al oido de «Radiolé«.

Diez temas que conviven a la perfección, rumba, pop y fusión, con un manto aflamencado que lo cubre manteniendo esa linea de mestizaje plural y elegante. Un disco nítido y bien elaborado, donde te sumerges de lleno bajo la voz con aire de copla de Anita y las agradables y sedosas melodías en la guitarra de Chiki Lora; dúo que ejerce como ejes principales del disco.

Un disco que suena bien escuchádo con cascos, en el coche y hasta de fondo de cualquier chiringuito. Pero más aún, un trabajo que huele a directo por todas sus vertientes. A directo de festival como acostumbra la banda, pero sobre todo a directo de sala, de pequeña sala donde poder apreciar todo ese ensamble musical y la sensación de armonía que sale del mismo.

 

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