[su_dropcap]»H[/su_dropcap]emos venido a deshacerlo todo», nos recibe de esta manera Sole con una incontrolable sonrisa que le acarició las orejas durante todo el concierto, el pre-estreno podríamos llamarlo de un nuevo disco, «Hondo«. Era la sala Moby Dick, el último jueves de un Abril que ya se perdió y a su lado derecho, como de costumbre, Frank hacia sonar su trompeta en medio de una amalgama de sonidos, ruidos, voces y ecos alterados que generaban un todo a partir de esa mixtura compositiva habitual del grupo. Junto a ellos dos, estrenando un nuevo formato de directo, Guille al bajo completaba así, al menos esa noche, lo que era Le Parody.

Que la música no entiende de fronteras que controlen su musa, es algo ya manido. De su capacidad por derribar, las muchas veces, estúpidas y cobardes estructuras y prejuicios del ser. Es esa misma independencia, alejada de las rigurosas leyes de falsos eruditos sonoros y ortodoxos de la armonía, la que consigue emanciparnos continuamente de aquel ser adulto que creemos que somos, y que en el fondo nunca llegaremos a ser. Cómplices de un niño aventurado en la voluntad pura del ritmo.

Dentro de la sala aprecias a primeras esos aires de libertad proveniente de los altavoces y de los movimientos de arriba del escenario, reflejado en un público que indistintamente baila entregando el cuerpo al trance de la música. Que se mueve, que observa, y que atento no se pierde ni siquiera un instante de silencio. Un silencio hondo que sorprende a una Sole acostumbrada al bullicio de las salas de la ciudad.

Le Parody es el sonido profundo de la voz, las notas de un ukelele que bailan con la sombra de su propio reverb y una melodía Pop que se funde con el éxtasis del estribillo. Es Arturo Sandoval con su trompeta en una noche de fiesta en un garito de chueca trasladado a la castilla profunda. Son texturas que te arrastran por la perplejidad de texto. Que te raspan y te pasan silbando los oídos involucrándote de lleno en el sonido. Todo sobre la base de un fraseo cadencioso y un siempre fondo melódico pegadizo…»Enterrando rencores de hondos agujeros«.

…Es la voluntad de viajar más allá de un deseo pasajero. Es la búsqueda que autoriza la exploración y desestima la falta de riesgo. El ímpetu y el ansia del camino que destruye el paisaje para comprenderlo, pero sobre todo, para ser parte activa de un sonido que nace, crece y se destruye en una misma canción, en una autentica y única canción.

Entre ese Folk que no llega a serlo del todo. Junto a un electro-pop que aún no termina de conquistar la melodía. Dentro de las férreas fronteras de la estupidez humana, de este pequeño adulto que aún no lo acaba de ser, y que se resigna a la idea de serlo.

 

 

[su_heading size=»20″ margin=»0″]Conoce más de Le Parody[/su_heading]

Texto: Iván lionel    /    Imagen: Lorenzo Pascasio

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