No es por el tiempo que lleva, sino porque siempre lo ha hecho así. Xoel López, 14 discos después, sigue haciendo lo que le llama. No tiene problema para desprenderse de sí mismo y la ligereza de su sencillez contrasta con unas canciones que caen como piedras y que ahora reaparecen bajo el nombre de ‘Sueños y pan’. Es un disco donde su música avanza hacia una mayor abstracción y donde él sigue siendo él, pero cada vez menos. En una cafetería cerca de donde vive en Madrid, este gallego en seco dice que las primeras impresiones han sido buenas pero que “queda la prueba de fuego, el directo”. El próximo 1 de marzo se estrena en La Riviera de Madrid.
Dices que llevas 150 entrevistas por este último proyecto. Unas cuantas.
Una de ellas es tuya, por cierto.
Pues ya que es la segunda vez que hablamos y la enésima sobre ‘Sueños y pan’, si hay alguna pregunta de la que estés cansado, siéntete libre.
Te propongo una cosa. El 80% me dice que tiene que hacer una pregunta obligada: ¿Por qué el título ‘Sueños y pan? Me pregunto si realmente es obligada. Entiendo que es recurrente pero te propongo que no me la hagas.
Podemos buscar una clave para evitar esas preguntas.
Pasa palabra. Puede molar.
Venga. Pues en esa línea…
Pasa palabra (se ríe)
Diferencias mucho lo de hacer música, que te gusta, con lo de ser músico, que no tanto.
Absolutamente. Ahí voy a recurrir yo al título. Diferencio mucho la parte de ensoñación de mi trabajo, la puramente artística, de la parte del pan. Desde que soy profesional, desde los 24 o 25 años, he tenido que lidiar con esas dos realidades. Está la música como lugar de divertimento y vía de escape y al mismo tiempo es mi trabajo y me obliga a hacer cosas que de manera puramente artística a lo mejor no haría. Pero es mi única fuente de ingresos. Si no toco y no hago entrevistas, no pago el alquiler. Así de claro.
Pues eso es el sueño de muchos que se dedican a la música.
Sí, claro, y no es una queja. Pero la música no es para mí lo que era cuando tenía 14 años y era una forma de escapar. Ahora escapo escuchando la música de otros. Sin embargo, el momento de componer sigue siendo muy puro. El oficio aparece cuando tengo que maquetar, grabar, regrabar, probar el sonido, escuchar mil veces la toma, la mezcla, el directo… ahí ves que eres un profesional. Y además no puedes decir “mañana me apetece tocar canciones de los Beatles” porque te están pagando por tu repertorio y no puedes ser tan gilipollas. En tu caso, como periodista, si tienes que entrevistar a alguien lo haces, aunque ese día te haya dejado tu novia.
Lo peor es cuando al entrevistado no le apetece y te lo hace saber.
Eso sí es una mierda. Yo no haría tantas entrevistas peor no me verás hacer una de mala hostia. Si lo hago, lo hago bien.
El disco empieza con una canción a tu hijo, ‘Jaguar’, y termina con una nana. ¿Cuando uno es padre deja un poco de ser rockero?
Hay una parte que cambia. No te puedes permitir esa libertad que necesita un rockero: sin horarios y haciendo lo que te sale de los huevos. Esa es la parte infantil del rockero, la parte naif. Pero yo no soy muy rockero, soy más de Paco Ibáñez. Nunca he sido muy de sexo, drogas y rock and roll pero eso tampoco significa que no me guste el sexo, también me han gustado las drogas y me gusta el rock and roll. No he sido el estereotipo y en mi caso no ha sido traumático.
¿Y si tu hijo quiere ser rockero?
¿Pues qué le voy a hacer?
¿Le advertirías de algo?
De que el mundo de la música es más duro de lo que parece. Esta vez estoy contando las entrevistas por primera vez y es por ponerle nombre. Que sepas que si sacas un disco y te va más o menos bien vas a hacer 200 entrevistas. ¿Estás dispuesto? ¿La gente que quiere dedicarse a la música lo sabe? Quizás sería interesante contárselo. Yo a mi hijo le diría que va a haber una parte muy intensa y va a tener que ser fuerte porque muchos se abandonan, porque implica una parte emocional en la que hay que responder con la cabeza amueblada para que no se te vaya la olla. Es un mundo bastante loco. ¿Cuánta gente ha terminado como el culo, con temas de evasión, mucha droga, crisis emocionales hasta trastornos bipolares? Le diría todo eso, y te lo digo a ti por si le sirve a otros.
¿Qué queda de alternativo e independiente en la música indie y alternativa de hoy?
El origen, no cabe duda. Aunque habría que definir qué es el indie porque tiene tantas acepciones, es tan manipulable y está en todas partes. Pero está más vacía que nunca, al menos en cuanto a su significado. Eso sí, creo que está un poco inflado, que es menos de lo que parece. No conozco a muchos compañeros que vivan de la música. Hay un poco de perversión porque hay una infraestructura pero el 90% no vive de ello. Pero la esencia es muy pura. Cuando yo empecé a tocar no pensaba que pudiera ser una forma de ganarme la vida y ahora los grupos hasta se lo pueden plantear.
Ha habido mucho pico y pala.
Hay mucho esfuerzo detrás y no ha sido gratuito. No ha estado de moda de la noche a la mañana. Esa parte es muy digna y hay que respetarla. Luego ya, si se ha convertido en moda o hay gente que es un poco oportunista, pues ya es otro tema.
Volviendo al disco, hay como una especie de abstracción respecto a trabajos anteriores. ¿No es más difícil, en cuanto a proceso compositivo, hacer una canción que no va sobre nada y va sobre todo?
Creo que cuando no le pones nombre a las cosas puedes hablar de conceptos más complejos. Hacer una canción que enumere las cosas que pasaron en el mayo del 68 es más fácil que hablar del misterio de las emociones. Eso es más complejo porque es infinito. No sé. Lo otro se puede hacer hasta de forma más cerebral. En este disco me he dejado llevar por mi subconsciente, por eso es más onírico y menos concreto. Puede parecer que no dice nada…
Yo creo que dice mucho, de hecho.
Yo siento que sí. Dice mucho pero tenemos muchas trabas para llegar a las emociones más puras. A través de las canciones trato de conectarme mejor con ese inconsciente. En la canción sobre Madrid podría hablar de una forma explícita pero acabo hablando sobre la dualidad de la vida, sobre el bien y el mal, sobre algo que te abraza pero también te engulle, porque cuando alguien te abraza te está atrapando. Y todas esas dualidades son verdades y, o yo quería expresarlas, o salieron sin que yo lo quisiera. Es muy complejo… También cada uno hace lo que puede. Ahora estoy más onírico pero quizás dentro de otros 14 discos haré algo diferente, uno pasa por muchos lugares.
Si este disco es un avance, ¿cómo es a la hora de dar un concierto, siendo una persona creativamente diferente, volver al de antes?
Bueno, tengo mi relación particular con cada canción y a veces toco alguna del pasado pero apuesto por lo que voy haciendo. De alguna manera, una parte de mi público me ha exigido esa parte nostálgica pero yo sé que la gente en realidad siempre va a preferir que seas tú con todas tus verdades. Es decir, no puedo cantar una canción que no siento y si toco una del pasado es porque sí lo hago. De todas formas, canciones como ‘Tierra’ las considero de ahora, porque con 14 discos lo que pasó hace tres es presente. Aunque tampoco hay que machacar siempre con lo nuevo, creo que uno debe tener empatía con el público y no ser tan egocéntrico de pensar que tu disco nuevo es lo único que quieren escuchar. Hacen un esfuerzo y pagan una entrada, haz un poco de tu parte.
Da la sensación de que vas a donde quieres. Al menos eso transmites.
Es lo que pretendo y creo que lo consigo. Aunque a veces tengo mis dudas y creo que hago lo que quiero y por el camino me doy cuenta de que no era exactamente así. Pero nos pasa a todos y sobre la marcha vas viendo. Mi intención es ser honesto y todo lo coherente posible.
¿Y no está el público como un Pepito Grillo guiando? Al ser un trabajo habrá necesidad de que funcione.
Sí, y el que te diga que no, te está mintiendo. A no ser que sea multimillonario. El que te dice que se la suda… que te diga quiénes son sus padres. Lo digo y es muy importante porque sé que hay otros casos. Yo hago esto: Me tiro a la piscina y luego ya veo si nado por mi cuenta, si tiro de aletas o si tengo que llamar a alguien. Pero me tiro. Hago el disco que quiero y luego veo cómo tiene que funcionar. Ser un poco coherente artísticamente y permitirme experimentos musicales pues, por ejemplo, me obliga a promocionarlo yo porque no tiene un éxito rápido y fácil y no me quedan más cojones que hacer muchas entrevistas. Si tuviera carteles en la calle con mi careto, pues a lo mejor no tendría que hacer ciertas cosas. Pero no me malinterpretes, las entrevistas son bonitas y te descubres.
Vamos con la última. ¿Qué sería Xoel López si no fuera músico?
Fotógrafo… y también pintor. Son cosas que no hago, que nunca he cultivado. Quizás algún día en otra etapa de mi vida. Estoy más cerca de la fotografía porque mi mujer y mi tío son fotógrafos. Y de pequeño me vi rodeado de la pintura, mis padres fueron directores de varios centros de Coruña y tuvieron galerías. Viví rodeado de gente de las artes y me encantaría desarrollarlo cuando no gire tanto o como algo de vejez. Me da mucha envidia gente como Aute, que ha podido desarrollar varias facetas.
También está Sabina.
¿Sabina también pinta?
No sé si porque pinta o porque vende.
Ya, esas dudas siempre estarán. Lo que sí es que para mí siempre haría cosas en las que uno pueda transmitir. No me imagino siendo cerrajero o contable, no lo visualizo.
No has dicho pasa palabra.
Ya. Lo pensé a mitad de entrevista, pero no.
Entrevista y fotografía: Diego Rodriguez Veiga (@diegoricks)
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