Por lo visto, vivimos en una sociedad moderna, avanzada, que cree que ha abandonado sus credos tradicionales, tradicionalistas, y que asistimos a una nueva forma de libertad. Dentro de este ejercicio de liberación, las diferentes opciones políticas, sexuales, de pensamiento, etcétera; encuentran un lugar cada vez más igualitario con respecto a las demás “de toda la vida”, por así decirlo. Pero en realidad, a veces no podemos evitar pensar que en vez de estar asistiendo a un espectáculo de emancipación de las personas, hemos construido una escena de sustitución, donde hemos intercambiado los pensamientos del pasado por unas nuevas formas de credos de mercado, credos de la moral (tan diferida en su esencia), credos sociales… y caminamos por ahí sintiéndonos libres, ignorando las fuertes estructuras instaladas en nuestra mente porque aparecen en vagas representaciones que no apreciamos a menos que nos veamos a nosotros mismos desde fuera.
Pero hay veces que la sorpresa toma las riendas y te hace toparte con algo que percibes como nuevo, enseñándote lugares donde los moldes y las etiquetas quedan redimidos para dejarte ver algo puro. More Irán, el álbum de Mohama Saz, es una vía de escape por su esencia, que no teme en transmitir que, si ya está todo escrito, no hay razón alguna por la que no debamos entonces empezar a escribir de nuevo.
Mohama Saz se presenta como una forma de supergrupo en su modestia, formado por integrantes de diferentes bandas que desde el año 2014 aunaron fuerzas para crear una música diferente, juntos, aportando cada uno lo mejor y necesario, dejando que lo superfluo no se cuele.
El color que transmite su música, similar al de la portada, como una especie de atardecer otoñal sobre la superficie de una tierra inhabitada, algo bonito que sale de lo más puro. Presentan melodías inmaculadas que mezclan rock con ciertos toques turcos o árabes en general, reposando sobre la arena de la psicodelia e incluso, ese toque irreverente que representa el jazz. Las voces a veces pasean desde lo indie, hasta un toque aflamencado como Triana, del cual presentan una versión de Recuerdos de una noche, y que deja en evidencia los resultados culturales de la estancia de los árabes en nuestra (o la que consideramos nuestra) geografía.
Además, se notan otros numerosos matices tanto orientales como occidentales entremezclados buscando crear un tipo de trance universal donde todo encaja en armonía y equilibrio formando parte de un todo. Por ello, el trabajo tiene una esencia de identidad musical propia que conlleva una inestimable tranquilidad, como sin prisa por decirlo todo, sino cada cosa a su momento, o incluso, dejando de decir ciertas cosas si la situación así lo requiere.
Texto: Diego Rodriguez Veiga (@diegoricks)
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