Cuando la pesadumbre que acompaña al hábito y la rutina se instala en nuestra sien, todo parece de otro color, un color grisáceo, que en nada responde al encanto de los días de lluvia, sino que es simplemente la ausencia de color; nada más. “Te vendría bien cambiar de aires” dice una voz lejana, “¿Necesitas desconectar?” reza retóricamente un anuncio de televisión oportunista ofreciéndote un destino lejano. ¿Un destino lejano? ¿A dónde voy a ir? Pero por fortuna o por desdicha vivo en Madrid, una ciudad donde para encontrar lo lejano no hay que irse, hay que estar, porque en Madrid, lo lejano viene a ti. Tristezas y sollozos nimios a parte, un claro ejemplo de que en Madrid converge un todo es el caso de la Nola Brass Band.

[quote align="center" color="#COLOR_CODE"]Una brass band al puro estilo New Orleans que con el sonido y el aura de su nuevo disco Back From New Orleans nos transporta a las calles de la ciudad de la música.[/quote]

Con un nombre que recuerda a lo mejor de Dr. John, el disco se grabó en directo en la sala Tempo Club, reproduciendo ese ambiente que solo se crea cuando artistas y público entran en sintonía. Aunque puestos a pedir, también habría estado bien, aunque probablemente imposible, que se grabara en la calle, al puro estilo marching band; un toque similar al de la película Begin Again.

Las brass band son la firma musical de Nueva Orleans, significan la expresión colectiva y el orgullo de una comunidad; además, la potencia que muestran los vientos en este tipo de música han hecho que muchos géneros se quisieran acercar. En el caso de Nola Brass Band no iba a ser diferente. En Back From New Orleans, a parte del sonido característico esperado, se aprecian toques de jazz, que pasan de recordar lo mejor de las big bands que echaron a andar, a incluso notar algún toquecito en voz y trompeta que nos deja un aroma Louis Prima, quien por cierto también tuvo una estrecha relación con la ciudad huracán. Pero no se queda ahí, también se distinguen toques afro-cubanos y de folk además de un espacio a medio camino entre el soul y Rn’B, el Rn’B de antes.

Todo ello se encuentra sustentado por una percusión simple pero sincera y una tuba que carga el peso que llevaría el contrabajo, dispuesta a convertir cualquier paseo en una fiesta. Quizás apostar por un género así en la España del año dos mil y pico es un poco arriesgado, pero los que amamos la diversidad en nuestra ínfima capital, lo agradecemos de sobremanera.

Pero cuando llega el silencio, porque el silencio siempre llega, sientes la misma sensación que se debe sentir cuando estás tranquilamente en la acera y la banda termina de pasar, y piensas “¿y ahora qué?” y decides echar a correr tras ellos por las calles de Nueva Orleans y poner el disco otra vez.

Texto: Diego Rodríguez Veiga (@diegoricks)

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