[su_heading size=»20″ margin=»0″]Asistimos al primero de los cuatro días del «Psych Out II«, festival de rock psicodélico de referencia y gran envergadura por el nivel de grupos a disfrutar en Madrid. El temprano comienzo del mismo nos permitió ver solo a las últimas dos formaciones que allí actuaban, y que, por la potencia y nivel de distorsión de las mismas, nos a bastado para afirmar que el festival arrancaba de la mejor manera posible, en una prácticamente abarrotada sala Siroco.[/su_heading]
[su_dropcap]D[/su_dropcap]os formaciones muy dispares entre sí como los escoceses «Cosmic Dead» y los newyorkinos «White Hills«. Ambos brindaron en espectáculo a puro fervor y conciencia rockera en estado puro. Sin duda, lo que más cautivo nuestra atención, tal vez por la ignorancia que teníamos hacia ellos, fueron los «enajenados» Cosmic Dead. Plantados en el escenario como si de una sesión en directo se tratase: batería al fondo, guitarra, bajo y sintetizadores formando una especie de semicírculo con la circunferencia de cara al batería, es decir, casi de espaldas al público. Aunque no ignorándolo, más bien como sintonizando entre ellos esa poderosa e intensa frecuencia que desatarían desde el segundo uno de su primera canción.
[su_quote]Cosmic Dead, es una de esas bandas de rock que siembran el caos para encontrar en el su propia lógica. Su propio y anárquico régimen de convivencia entre sus instrumentos, entre sus gruesas capas y enredadas texturas en cada uno de los temas. Donde el desorden existe gracias a que en él mismo se halla el orden, y hacia él van sumergidos en una vertiginosa vorágine en la que en unos cuantos segundos pasas de estar junto a ellos a tenerlos a años luz.[/su_quote]
Impresionante el bajo, su juego rítmico con que permitía así a los demás instrumentos sentirse libres y cómodos dentro de aquella galaxia cósmica. Aparte del trabajo fino, hasta exquisito podríamos decir (exquisitez, no como sinónimo de delicadeza, sino como de brillantez, excelencia), de los sintetizadores. Que además de la parte melódica, cubre las innumerables texturas de cada uno de los temas con gran ingenio.
Luego del cuarteto escoses, con una estética más «Glam«, con temas mucho más arreglados desde la dinámica estructural, hasta con una cadencia rozando el «pop» (en el sentido de repetidos estribillos), subieron al escenario del siroco «White Hills«. A la banda de Nueva York, de gran intensidad escénica, le costo entusiasmar al público durante sus casi 40 minutos de actuación. Temas que comenzaban creando una especie de atmósfera «espacial» para que, con redundantes escalas de bajo y poco ingenio rítmico, cayeran de manera gradual por los resbaladizos terrenos de la psicodelia y el rock stoner. Rescatamos al guitarrista y líder del grupo, Dave W., a quien nos hubiese gustado apreciar más con sus solos de guitarra, que enriquecían sustancialmente los temas de la banda cada vez que estos aparecían.
Primer día de los cuatro en los que nuevamente Madrid toma una de los puntales dentro del panorama musical independiente. Y gracias, una vez más, a la existencia de gente decidida y con un gran convencimiento de lo que hacen, como es el caso de Giradiscos, como para permitirnos disfrutar de un festival de estas características en nuestra propia ciudad, a la vuelta de la esquina. arriesgándose así a lo que parece ser la constante atmósfera hostil en la que viven la mayoría de promotores locales cada vez que asumen riesgos a la hora de programar cosas «diferentes». Y donde dentro del panorama cultural, el «apostar por lo seguro» (es decir, lo comercial), se va convirtiendo cada vez más en una «religión». No así en un compromiso para con el público y del público para con la cultura.
Texto: Iván lionel / Imagen: Mohamed El-Jaouhari