[su_heading size=»20″ margin=»0″]Una fuerte carga de energía, la colectiva, es la que transmite cada uno de los componentes de The Brass Ass desde el escenario. Una cálida atmosfera musical que vemos, con el correr de las canciones, acrecentar la exaltación de un público completamente entregado a la directriz de la banda: «bailar y pasarlo bien».[/su_heading]
[su_dropcap]E[/su_dropcap]l riguroso ritmo de la música que penetra en mis oidos desliza la suela de mis zapatos de manera constante una y otra vez. Para adelante y para atrás. Para un lado y para el otro. Arriba y abajo. Una y otra vez. Una, y otra vez. La cadencia sonora del Ska resiste al paso del tiempo y sus discípulos descienden siempre a sus raíces más agrestes, sin perturbar el presente con falsos profetas.
Así nos lo demostró la pasada noche de jueves la hilarante banda The Brass Ass, manteniendo el pulso radiante del Ska-Jazz más bailable, fresco y descarado de los mismos Tokio Ska Paradise, entre otros. The Brass Ass transformó un preludio nocturno de invierno en una cálida noche musical, donde los cuerpos, sumergidos en el baile, chocaban entre sí encontrando en el roce la generación de energía necesaria para calentarse los unos a los otros.
Como bien ellos mismos nos aclaran ya luego del concierto. A lo largo del mismo, The Brass Ass nos despliega todo un arsenal de ritmo y potencia sonora. La tuba de Ander Diego que engaña al cuerpo con sus suaves graves. La guitarra de Eduardo Martínez que, entre tanto metal, parece esconderse realizando el trabajo “duro”, soportando junto a la batería la rítmica del grupo para que un juego de vientos sublime salga en primera plana. Entre ellos, un dúo de trombón en el que Elías Porras, cargando con el soporte escénico deja así el despliegue rítmico más vivaz y cadencioso a Marcos Crespo, el otro trombonista, que junto a Pablo Castaño con el saxo son quienes nos contagian con sus potentes y lúdicos solos subiendo más y más la temperatura de la sala, siendo ahí donde parece residir la esencia de la banda. Llevando siempre a la improvisación a su estado más puro e indómito, convirtiendo como propias, versiones ajenas y versionando, como nunca, canciones propias.
Texto: Iván lionel / Imágen: Mohamed El-Jaouhari