[su_heading size=»20″ margin=»0″]Creamos un mundo alrededor de nuestros sueños y le estornudamos en la sopa. A ellos les vemos nacer gracias a nuestros deseos, crecer inducidos por el éxtasis, convertirlos en materia tangible por nuestra propia tozudez y circunstancias, en muchas veces, ajenas a nosotros mismos y perderlos por nuestra cobardía. Es ahí cuando entendemos que todo cuanto hay en nuestro alrededor es rectificable y/o maleable. El estilo, las formas, la estética, los fondos, efímeros parámetros todos manipulables y, tal vez, lejanos a nuestro ser en muchos aspectos. Ni llevar una cresta nos hace punkis, ni recoger un diploma en ingeniería nos convierte en un ser con un anoréxico intelecto cultural.[/su_heading]

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La banda madrileña, Boss and Over, que fusiona el funk con los sonidos más fervientes de la música negra en general, comprende a la perfección tal premisa, determinando dichos factores a la «tiranía» de uno solo e indomable por ningún otro: Su propia y verdadera esencia. Bajo esa premisa presentaron su particular «guerra de almohadas«, un concierto fin de gira veraniega que colmó la sala Caracol, sin perder su verdadera esencia como grupo y con una gran cantidad de músicos invitados de grupos locales como Papawanda, Alpargata, Swindigentes, Matuja y Youthness. ¿Un concepto pretencioso? Tal vez. ¿Honesto? Sin ningún lugar a dudas. Faltándole o sobrándole algunas cosas, puede ser, pero en ningún momento falto de energía y fuerza grupal. Nunca descarrilando de aquella esencia que tanto los caracteriza, y por el cual ha hecho reventar tanto a propios como extraños la madrileña sala. Pura y autentica esencia festiva, lúdica y amistosa, adjetivos ineludibles al grupo y a cada uno de sus integrantes. Toquen en una sala con 500 ó 50 personas.

 

 

[su_heading size=»18″ margin=»0″]Conoce más de Boss And Over aquí[/su_heading]

Texto: Iván lionel      / Imagen: Mohamed El-Jaouhari