[su_heading size=»20″ margin=»0″]La banda madrileña con una decada de vida, siendo un grupo instrumental, sabe perfectamente que la sintonía del grupo es esencial, y así lo demuestran en el directo. Una robusta y enérgica unidad de conjunto para atravesar los diversos parajes por los que el grupo nos hace transitar, desde férreos desiertos hasta intensos laberintos. [/su_heading]

 

[su_dropcap]J[/su_dropcap]ueves por la noche. La ciudad abría sus grandes pupilas dentro de las extrañas apariencias nocturnas y las sensaciones de carácter marchito en un mundo rodeado por largas sombras en el descampado de la conciencia. La sala Wurlitzer acogía, una vez más, a un grupo de rock alejado de esteretipos impartidos por canales mediáticos con las arterias saturadas de pura grasa comercial y material artistico-descartable. Se presentaba El Páramo, dentro de los conciertos de Sound Isidro, y al menos, buen ambiente a priori había.

El Páramo tiene la capacidad de hacerte volar dentro de una atmósfera sonora y al siguiente compás cortarte las alas con un agudo martillazo proveniente de la batería, tirándote al barro y haciéndote bailar con perturbadas serpientes y mordaces sirenas, en el oscuro pozo del stoner-rock. De endiablarte con la fuerza hipnótica de la batería. De apretarte el estomago con el intenso fraseo del bajo. De hacerte volar con el espiral rítmico de las guitarras. Trepidante y dúctil alfombra que te lleva a navegar por volcánicos campos sonoros en un delirante viaje de sincopados ritmos y elásticos riffs.

 

[su_quote]El Páramo es de esos grupos que no llevan impuesto el estilo, sino que lo reinterpretan a cada momento. Apoderándose de él, reconvirtiéndolo, desechandolo, hundiéndose en y junto a él. Moldeandolo. [/su_quote]

 

Hablar de rock instrumental es mentar directamente a King Crimson. Aunque El Páramo beba de la misma aventura sonora que la banda britanica, también le llegan influencias estilo Soundgarden en lo que a potencia se refiere y pesada cadencia a lo Alice in Chain. En los úlitmos años vamos viendo como el rock instrumental más jugoso y desenfrenado marca cada vez más una importante presencia en la escena under de Madrid. Grupos como Toundra o El Jardin de la Croix son referentes esenciales en la ciudad, pero también bandas como El Círculo de Willis y Sonnöv, entre muchas más, vienen dejando su huella y generando una apertura grande dentro del circuito independiente. Grupos que trabajan su proyecto y su directo especialmente, dando un espectáculo muy potente y guerrero. Tal cual percibimos en el concierto de El Páramo, dejando un gran sabor de boca y un zumbido en los oídos, autentica y fiel garantía de haber presenciado un buen concierto de rock.

Es así como El Páramo saca a pasear las estructuras por incómodos paisajes donde el estrepitoso ritmo no deja de perseguir a una melodía endiablada, que te enriedan entre los bajos fondos por momentos y por otros, con un salto al vacío, te hacen viajar hacia indomitas dimensiones. El Páramo no necesita voz porque su música se basa en no decirlo todo, en dejarte atravesar por el dialogo entre los instrumentos, en hacerte partícipe dentro la canción. El Páramo es su público y su público es el quinto integrante del grupo. Te deja el espacio suficiente para hacerte personaje principal en sus temas, dandote libertad, empujandote, pisandote, bailando contigo, y disfrutando juntos de la hazaña de atravesar cada tema. Consiguiendo así una plenitud escénica y una conexión grupal que los convierte en un de los grupos de rock que más en forma hemos visto en la ciudad. Potente, decidido, ardiente, y carnal, muy carnal.

El Páramo no tiene voz, no. Será tal vez, porque un buen riffs vale más que mil palabras.

 

 

 

 

Texto: Iván lionel   /  Imagen: Mohamed El-Jaouhari

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