El concierto de Aurora & The Betrayers el viernes en La Riviera era una de las citas obligadas para los que queremos reflejar lo que viene sucediendo en estos últimos años de auge de las propuestas musicales alternativas que, cada vez más, se están abriendo un hueco en el panorama cultural. Que durante esa misma semana personas de distintos círculos me hablaran del evento es una prueba de que la labor promocional estaba bien hecha y parecía que el éxito de asistencia estaba casi asegurado, cosa que se confirmó porque parece ser que fueron 1400 personas las que se acercaron al recinto a presenciar un paso más en la trayectoria de la banda madrileña.

1400 personas, incluyendo medios, invitados y puros ´betrayers´ (que así es como llaman y podemos seguir llamando a los fieles del grupo) son muchas personas. Muchas personas para una ciudad en la que hay grupos de gran calidad que se contentan al congregar a simplemente la décima parte de esta cifra. Esta cifra significa mucho más de lo que pueda parecerles a algunos en un principio, puesto que este suceso puede servir de ejemplo y motivación para las demás bandas de la escena que hasta no hace mucho tiempo ni se planteaban como una opción viable el poder mantenerse o mantener de forma prolongada sus propios proyectos. En estos tiempos de redes sociales con la consecuente saturación de información y oferta, es inspirador el ver ejemplos de proyectos que no se pierden en el oceano y consiguen materializar sus objetivos.

No quiero entrar en el manido discurso llorón del pobre músico que tiene muchas dificultades para que se le oiga, se le respete o sencillamente se le pague lo que se merece. Pero, para el que no lo sepa aún, ser músico es algo bastante sacrificado la mayoría de las veces en lo que al tema económico se refiere. Ni se gana tanto, ni se folla tanto.
Por eso, cada vez que un estilo musical se empieza a reivindicar con el seguimiento creciente del público es algo a celebrar, ya que supone una mejora de las condiciones generales para los que conforman esa escena en particular. Ya viene pasando desde hace unos años con el flamenco-fusión, el rap, el indie-rock y parece que ahora le está llegando el momento a los sonidos más funk y soul.

Aunque hice una reflexión similar acerca de la consolidación del circuito en la anterior crónica que les hice a Aurora & The Betrayers, me parece importante volver a recalcar el dato, porque 1400 personas son muchas personas. Y así creo que lo vivieron muchos la noche del viernes.
Al entrar a la sala se respiraba un aire de celebración anticipada al ver a tanta gente reunida por un motivo afín. Tanta gente que se ha ido viendo y conociendo en las salas y clubs que han apostado por estos sonidos a lo largo de estos años. Y a Aurora & The Betrayers les tocó poner la banda sonora a esa celebración, haciéndolo realmente desde una posición humilde, sabiéndose parte importante por supuesto, pero no los únicos protagonistas de lo que se festejaba allí.

A mí, que venía con ganas de que esta vez me arrebataran el sentido desde el escenario, me volvieron a dejar con ganas de más. De más baile, de más derroche, de más ganchos, de más puesta en escena cautivadora. Pero la realidad no es esa y he tardado unos días en comprender que lo cierto es que la energía que había que disfrutar esa noche es la misma que disfrutaba cuando algunos de sus miembros tocaban hace años en salas más pequeñas.
Simplemente de trata de celebrar con la gente que te gusta esa música, moverte un poco y tomarte unas copas… o lo que sea. La diferencia es que antes se juntaban como mucho 140 y el viernes pasado fuimos 1400.

Concierto Aurora & The Betrayers, La Riviera (10/02/2016)

Texto: Arturo Jiménez Calvo   /  Foto: Iván lionel