The Sweet Vandals es una de las formaciones que más ha ayudado a asentar los cimientos del nuevo sonido negro de nuestro país. Siempre metidos en buenos «fregaos» y sabiéndose rodear por gente con mucho gusto, han hecho de su carrera una sucesión de logros que sirvieron como inspiración y puente para las agrupaciones que les han seguido. Se puede decir que han sido nuevos pioneros en recuperar lo añejo.
El ciclo Mad Town Days, del que sólo puedo decir cosas buenas, les homenajeó haciendo que cerraran la agenda propuesta en un concierto que servía como excusa para volver a reunir a muchos de los que ya habían estado en el cartel del festival de música de raíces afroamericanas. Se supone que era una despedida tras 10 años de existencia de la banda, pero la verdad, yo a estas alturas ya no me creo nada. De hecho, la misma Mayka (la voz cantante) acabó diciendo al final de la actuación que de momento era un «quizá hasta pronto». También vino a explicar algo así como que para que las cosas sean «algo» deben tener un principio y un final. Reflexión trascendental que sinceramente me parece acertada en el caso que contemplamos.
Al margen de que vuelvan o no, el concierto del otro día terminó de forjar lo que para muchos (o quizá sólo para algunos porque esta música sigue siendo aún de minorías) es una leyenda reciente de la escena musical. Y aunque no haya sido intencionado, ha sido un buen golpe de efecto el haber tocado esa noche, ejerciendo de alguna manera de padrinos de todos los que se habían subido al mismo escenario en las citas anteriores (Astrid Jones, Cosmosul, Aurora & The Betrayers, Anaut…).
Allí todo el mundo fue a celebrar una trayectoria muy fiel a sus propios principios (al menos visto desde fuera), a recordar cómo se ha ido cocinando a fuego lento el panorama tan sano del que goza el estilo en este momento y a confirmar el por qué se guardaban en la memoria tantas buenas sensaciones con los Vandals.
El concierto fue una auténtica delicia cercana, sin aspavientos ni aires de grandeza. Era como ver a un buen equipo de fúbol ganar sobradamente un partido sin humillar al contrario.
The Sweet Vandals demostraron una elegancia que iba más allá del traje de Santi «Sweetfingers«. Una fuerza y solidez respaldada por el buen rollo de Javi «Skunk«. Un gusto por los detalles a cargo de todos los guitarristas y teclistas que aparecieron y sobre todo una madurez y humildad representada por su frontwoman, que quizá con menos potencia vocal que algunas de las nuevas mujeres que tenemos ahora liderando proyectos, pero con un verdadero don para manejar al público sin apabullarle.
Recuerdo que hace unas cuantas semanas vi a Mayka echarle un capote a su compañero Maeso en un momento en el que a éste no le sonaba la guitarra durante un concierto suyo
y que pensé que tenía ganas de verla pronto otra vez al frente de su banda. Y efectivamente allí estaba ella, haciendo que una gran sala de Madrid se sintiera como un pequeño garito
donde tienes a los músicos cerca, sintiendo su sudor y complicidad.
Hacer la crónica de un concierto que has disfrutado tanto te hace sentir culpable por las ocasiones en las que a las otras bandas, a veces, se les da un poco de cera. Pero así son las cosas.
Habrá que currárselo tanto como los Vandals.
Texto: Arturo Jiménez Calvo / Imágen: Julia Carretero
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