[su_heading size=»20″ margin=»0″]El estilo de The Snatcher se adapta perfectamente a una noche madrileña de los alrededores de Carabanchel. Proponen un rock oscuro pero nunca repetitivo, se atreven a cambios de ritmos inesperados que dan vida a la gran mayoría de sus temas, en los que rehuyen de las estructuras clásicas.[/su_heading]

[su_dropcap]T[/su_dropcap] otalmente de negro, de pie en la primera línea del escenario, Pablo mira hacia el infinito. Y canta. Los ojos claros y las expresiones de la cara le dan un aire al Billy Corgan de mediados de los noventa. De un vistazo parece llevar sobre sí a su banda, The Snatchers, pero la impresión se irá desvaneciendo tema después de tema, a la vez que los aplausos del Gruta 77 crecen en intensidad.

Durante el concierto les falta solo dejarse llevar por la música que están tocando, pero sorprenden las mezclas musicales que hacen bailar al público: pizcas de reggae y momento psicodélicos se alternan con guiños a Interpol o Depeche Mode. De estos últimos versionan «New Life», sacando provecho a la energía del tema hasta el punto que cabe pensar que así la habrían tocado The Clash. Actitud y estilo que quedan perfectamente reflejadas en el buen tema «The Bomber Boy».

El climax de su inspiración musical -por lo menos en directo- The Snatchers lo alcanza cuando Yolanda (que, como la bajista Inés, toca también con el Cuarteto Ombú) deja a un lado al guitarra para acariciar el violín, creando un estrepitoso contraste con la distorsión de la guitarra eléctrica o los sonidos profundos del bajo. Los dos instrumentos y las voces de quienes los tocan se recorren por el escenario, y todo enmarcado en arreglos ni banales ni sencillos. Su EP «Crystal Mind» está allí para demostrarlo.

 

 

 

 

 

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