Las mentes inquietas siempre han encontrado en el pasado elementos de fascinación, de adulación, de odio, reflexión… pero sobre todo, la premisa aquella que pronunció Jorge Manrique y que parece repetirse a lo largo de la historia, la de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Épocas enteras y décadas que fluyen en la cronología como si el tiempo fuera una especie de representación vertical.

Cuando pienso en los cantautores, pienso en pasado, en aquella segunda mitad del siglo XX cuando las imágenes que eran en blanco y negro pasan al color, pero la realidad seguía estancada en lo grisáceo. Pienso en los cantautores que unieron América Latina bajo una misma realidad y recuerdo una foto de Allende en La Moneda, a Víctor Jara en el estadio, a Silvio Rodríguez cantando al elegido y a Serrat cruzando el charco, perseguido por Sabina.

Pero no porque eso sea el pasado significa que hay que darle un valor que el presente no tiene, está claro que las luchas de hoy en día son menos románticas como las que había, pero se siguen necesitando voces de generaciones que alcen la voz por lo justo. Y así parece ser que nace Muerdo, el proyecto personal de Paskual Kantero que recientemente ha parido un nuevo larga duración bajo el nombre de “Viento sur”.

Han pasado tres años desde su último trabajo, por lo que la duda que surgía tenía dos derivaciones posibles: o bien la música se está acabando, o bien el trabajo se está mejorando. Y, efectivamente, ha sido la segunda. “Viento sur” significa la madurez de un estilo, donde se encuentra todo cuidado hasta el mínimo detalle, tanto en la parte técnica de la propia grabación como en el contenido mismo.

La música que presenta esta vez ha abandonado un poco los toques cubanos, aun mantenido cierto aire latino, pero potenciando la música de fusión entre los márgenes del flamenco, el rock o incluso la rumba. Nutrida hasta la saciedad de diferentes elementos, con riqueza instrumental, pero, a su vez transformando esa complejidad en matices simplistas que permite que el mensaje no se pierda por el camino en ningún momento. Así, la música de este disco sirve como un abrazo cálido en estos días de frío mientras que la voz sincera mueve algo dentro haciendo que quieras reír, llorar, bailar y luchar… todo a la vez.

Puede que sea de manera inconsciente, o puede que sea intencionado, o que no sea y represente fruto de mi imaginación, pero el disco transmite un aura de que Muerdo reconoce en la ciudad y todo lo que ésta conlleva: el símbolo de una deshumanización en cuanto a que representa la materialización de las construcciones sociales contra las que lucha. Por ello, la música sirve como una especie de invitación para volver a la naturaleza, transmitiendo aquel bienestar que se siente cuando está en contacto con ella, cuando nada se tiene y, sobre todo, y he aquí la clave, nada se necesita. («…Vengo de un surco en la tierra, de sangre para sembrar, del sudor co nque se riega la flor de la libertad…»)

No es de extrañar que artistas como Luis Eduardo Aute y Lichis hayan apostado por este proyecto de Paskual Kantero, y que ahora se presenta envuelto ante la multi-percepción de Ricardo Cavolo en la portada. Como un recordatorio final y principal del calor y la identidad que emana de la música que busca el buen rollismo pero que no da su brazo a torcer.

 

Texto: Diego Rodriguez Veiga (@diegoricks)

 

 

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