[su_heading size=»21″][su_quote]la Youthness Blues Band acaba de empezar a tocar, y cuesta creerse que podrán mantener durante todo el concierto el ritmo y la intensidad con la que tocan…[/su_quote][/su_heading][su_dropcap]H[/su_dropcap]ubo un momento en la historia de la música moderna en la que el blues y el rock se juraron amor eterno. Era el verano de 1965, y miles de personas esperaban a que un joven songwriter subiera al escenario del Folk Festival de Newport. Bob Dylan, ese era el nombre de la cabeza de cartel para aquella noche, se presentó, como si nada, con una guitarra eléctrica, un baterista, un órgano y Mike Bloomfield de segunda guitarra. Los que querían escuchar al continuador de la tradición de Pete Seeger gritaron contra aquellos locos con el volumen demasiado alto y el sonido demasiado áspero. Los que hoy escuchamos al rock-blues, nunca dejaremos de estarle agradecidos.

El estilo que salió de ese matrimonio puede volver a aparecer, y parece mentira, también en una sala del centro de Madrid. En el escenario -mejor dicho en la esquina del local- la Youthness Blues Band acaba de empezar a tocar, y cuesta creerse que podrán mantener durante todo el concierto el ritmo y la intensidad de los clásicos del blues con los que arrancan. Pero lo hacen durante dos horas, pasando, como si fuera fácil, de temas como Pride and Joy o Everyday I have the blues a una escalofriante (en el sentido de que da escalofríos) versión de Ain’t No Sunshine.

Son músicos y sienten la música, y el público -sea en los Veranos de la Villa o en el MarcaBar, como en este caso- se divierte y agradece. Escuchar a bandas de este nivel sin tener que pagar, no es un lujo con el que te topas todos los días.

Lo mejor: la química entre los componentes del grupo, a su ápice en los solos.

Lo peor: la mitad del local que habla y habla y habla y habla y hablablablablabla…..

Puedes escuchar la entrevista que hicieron en RNE3 aquí

 

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