Le doy al play nuevamente cuando tengo la sensación de que hace tan solo cinco minutos que acabo de poner el disco por primera vez. Aún me queda esa espuma melódica en el oído como para querer oír más y porque es justamente esa sensación intangible de la música la que me hace perseguir los sonidos. Así vuelve a sonar «Soles Que Sangran», tema que da comienzo al disco donde los teclados de Luca Frasca parecen elevarse alto hasta bajarte un trozo de nube del cielo, junto a un melódico juego de voces entre Abel y Alana que se enriedan juntas sin desparramar ni una nota al aire.
Círculo es el nuevo trabajo de Abel Calzetta, un disco con una textura sedosa, suave y fresca que nos acompañará durante todo su recorrido. Ecléctico tanto como su progenitor, pero aún así con ciertos matices muy definidos arraigados en la personalidad, al menos sonora, de Abel.
Abel llega a España desde Argentina década atrás aproximadamente curtido de un bagaje musical ya asentado, dentro de una búsqueda que le permita seguir desarrollando y experimentando su carrera como músico. Luego de pasar una temporada breve por Barcelona llega a Madrid donde consigue, ya hoy día, formar parte activa de la escena de música negra de la ciudad.
A pesar de ser este nuevo disco una continuación, en parte, de su linea de trabajo, Círculo se convierte en un disco casi bisagra (podríamos decir) por diversos aspectos. El primero fundamental es el paso que realiza Abel apostando por la incorporación de su propia voz como herramienta principal, ensalzando a su vez a la canción como eje fundamental del disco. Apoyándose y dándole prioridad a dicha estructura como método y no como recurso, a diferencia del predominio instrumental de su guitarra ligado a trabajos anteriores. En Círculo, además, encontramos también a un compositor y letrista sumamente maduro y creativo.
Una gran producción que le da al disco un áurea brillante, de aire luminoso y errante. Diez canciones que conforman la obra y que marcan claramente un recorrido inmerso continuamente entre pasado y presente; entre imágenes, expresiones y valentía. «Me gustan escuchar mis discos porque son el reflejo de los momentos«, nos decía Abel en un programa que estamos preparando de pronta publicación.
Consigue en este trabajo un disco compacto que pasea continuamente sobre una sólida estructura bajo el armazón de ese rock argentino de liturgia argumental más existencialista e instrospectivo, mezclado con sonidos que te llevan al Madrid actual de la escena negra; soul, neo-soul y tintes folk.
El resultado, en sintesís, es una armónica nube sonora: redonda, esponjosa y sencilla (sencillo, en el sentido de entender a lo simple como algo bello y natural). Un disco que te transporta y te pasea a la vez que abre ventanas ayudando a ventilar al panorama local de la música. Concebido entre la necesidad de expresión y la exigencia que le debemos a los momentos.
Texto: Iván lionel